Una mirada desde lo humano y la alta dirección.
MSc. César J. España Guillén
@mentecreativa.ve
Empiezo esta líneas con una pregunta generadora, ¿Tiene algo bueno fracasar?. Seguramente la repuesta es no, veamos.
Vivimos en una sociedad donde el fracaso es castigado severamente, desde la familia hasta la sociedad misma, observamos casos de reproches, incluso públicos, de padres/madres hacia sus hijos por determinadas fallas, errores o fracasos o más aún despidos justificados a personas en empresas ante un determinado fracaso o falla y en el mejor de los casos, burlas o bullying ante el fracaso. Es decir, vivimos en una sociedad intolerante al fracaso que inocula miedo en los seres humanos ante la mínima posibilidad de cometer un fracaso... o de iniciar alguna actividad, le ¿ha pasado?.
Si miramos el proceso biológico de la vida, las especies vivas, van evolucionando gracias a las experiencias vividas, a lo que aprende y aprehende, en muchos casos al ensayo y error. Si echamos una mirada al bebé que empieza a caminar observamos cómo se para y cae varias veces antes de caminar, le toma un tiempo aprender a ponerse de pie, posteriormente, tambalea en sus primeros pasos, quizás agarrado de la mano de mamá o de papá y así va, sucesivamente, de fracaso en fracaso, aprendiendo y aprehendiendo superando el fracaso anterior.
Los grandes creadores han fracasado muchas veces, podemos dar una ojeada a las biografías de Thomas Alva Edison, Bill Gates, Steve Jobs, pero también a la historia de nuestros libertadores basta recordar la gesta internacional de Francisco de Miranda y sus múltiples intentos de liberar nuestra patria, o Simón Bolívar con la recordada frase “El arte de vencer se aprende en las derrotas”.
Un emprendedor fracasa varias veces y en diferentes aspectos de su emprendimiento, bien sea en la fase inicial de las ideas, en el proceso de producción, en la comercialización del producto, en la manera de llegar a sus clientes o usuarios, en sus proveedores, otras veces en los costos y por supuestos en los ingresos, las consecuencias de este fracaso van desde la decepción emocional hasta el cierre del emprendimiento. Es aquí donde el emprendedor debe aprovechar al máximo los aprendizajes que está dejando ese fracaso, el fracaso revela lo que no funciona pero no enseña que hacer después, de manera que hay que evaluar a profundidad que se hizo bien y que se hizo mal, extraer las lecciones aprendidas, innovar, crear, eliminar o modificar según sea el caso e iniciar de nuevo hasta alcanzar la meta deseada.
Para el emprendedor, fracasar no es más que un resultado adverso, no esperado, pero del cual se va a extraer mucho aprendizaje. Hay técnicas para sacar el mejor provecho de los fracasos. Debemos entender y comprender que el fracaso es normal que ocurra, no es lo deseable pero si ocurre aprender, como seres humano y sociedad debemos propiciar condiciones sociales, legales para permitir fracasos y fallas.
Nos tenemos que dar permiso para fracasar, enfrentar el fracaso y convertirlo en una ¡Oportunidad!