Desde
El Megáfono.
La
Democratización de la Iglesia Católica.
“Convencer es más importante que vencer”.
POR RAFAEL MITILO;
C.I. Nº V-8.142.199.-
Miguel De Unamuno.-
La vida transcurre en forma natural. Es
un hecho biológico; al menos ésta es la explicación material. A pesar de ello,
al hombre no basta vivir bajo la afirmación, de que la existencia en el mundo,
es producto de circunstancias meramente fortuitas. Estas “deben tener” una
explicación supranatural, divina.
A través de largos siglos de pugnas y
matanzas, que nada tienen que ver con Dios y religión, se dividieron los
criterios. Cada quien escogió un camino, y, tras de sí, arrastraron masas de “creyentes”
en pos de un “Dios”. Se fundaron religiones, sectas, grupos; unas, fracasaron
y se extinguieron, otras se impusieron y persisten. Fundaron iglesias, y
afirmaron que, fuera de allí, el destino es el infierno.
La masa humana, a lo largo de su triste
historia, ha dado para todo. De ella se han servido, siervos y patronos,
esclavos y amos, generales y soldados, pero al final, no es otra cosa que el
cruento ejercicio de la lucha por imponerse. Esta lucha, cobró en el
curso de su desarrollo, diferentes formas, a las que llamamos: Doctrina,
ideología y religión (que en el fondo es ideología).
La religión, en la práctica, y, dada la
diversidad de tesis, no es más que estructura de dominio, con igual patrón que
el Estado. Su organización, obedece a jerarquías asfixiantes, para las cuales
el hombre, es valorado, en base, a esquemas materiales inteligentemente “camuflados”.
El negro y el pobre “surgen” por vía de excepción, la mujer es descaradamente
discriminada y hasta explotada. Se oye, entre sus ministros, historias
aterradoras de violación y ultraje. Han llegado al descaro de promover y
ejecutar guerras en nombre de Dios.
La religión, ha perdido, si es que la
tuvo, su conexión con el creador. El oro y la opulencia constituyen su imagen.
La idolatría es una de sus principales desviaciones. El hombre de hoy, no ve en
la religión, su identidad con Dios. La práctica perversa de la sociedad actual,
está más cerca, de los “postulados” diabólicos que de los
divinos. El mal es práctica común, y el bien minuría excepcional. Ya hemos
dicho, en oportunidades anteriores, que la conducta social del hombre actual,
es el resultado de un proceso progresivo de alienación, que consiste,
básicamente, en “desespiritualizar” para que así -lo material- se imponga y, de
ésta forma, no tengamos “hombre” sino “cliente”.
Así planteadas las cosas la religión no
ha actuado como guía, sino como victima. Los esquemas consumistas de la
concepción material y alienadora, arrastraron en su vaguada las doctrinas
vetustas y tergiversas de las viejas iglesias.
El pregón de las diferentes religiones, es
tímido y cobarde, ante la ferocidad de los males que aquejan a la sociedad.
La actividad de éstas, se redujo a la práctica de un proceso burocrático y
proselitista de captación de fanáticos. Rudimentariamente, casi en forma
clandestina, se trasmite “el mensaje” o “la palabra”, cuyo
contenido, divide al hombre en “pecadores” y “salvos”, sin mediar en
las causas y los efectos de tales diferencias. Las religiones, se cuidan de
mantener los beneficios que, como dádivas, les dona el Estado.
Ahora bien, sólo a través de la
educación y no del adoctrinamiento, lograrán las religiones, que el hombre conozca y entienda, su condición de creación
divina y que, en consecuencia, su diseño, es naturalmente un objetivo de bien y
trascendencia. Es obvio, para la religión, éste no es el propósito de su
vigencia. Su estructura se lo impide. Importa más la religión, como forma
rutinaria de vida, como pasivo oficio, que como misión de sacrificio y
desprendimiento. Es por ello, que la historia ha dado vida a los santos, quienes
encarnan por vía de excepción la práctica de una vida ejemplar, que en
condiciones normales, debiera ser, la práctica común de vida de todos los
hombres. La religión, ha desfigurado a Dios, ante la mirada ignorante del
hombre perturbado.
Una de las causas de la gran confusión, a la
que se está sometido hoy, es que, bajo el reino de la ignorancia, el hombre,
busca desaforado, salidas que no encuentra, las busca en la política, en el
trabajo, el deporte, la hechicería y en la religión. La perturbación
social, producto de su estado de alienación, le impide ver la luz. Por eso,
sentirá siempre en todo cuanto hace, la desagradable insatisfacción.
Soledad
y frustración perturbadoras.
Esta visión, sobre la religión como fenómeno
social y, el papel que ésta ha jugado en la historia, no implica -en modo
alguno- una afrenta a Dios. Dios existe, de eso no cabe la menor duda. No sólo
existe, sino que además creemos en él. Estamos concientes de su poder
creador y, somos obra de ese poder, con los defectos y virtudes naturales. Lo
expuesto, es un análisis, objetivo, sobre lo que ha sido la práctica de un
sector, que sin autorización ni explicación alguna se adueñó de la idea de Dios.
De paso, ejecutando para ello, una práctica de vida reñida totalmente con lo
que es Dios. Lejos del ejemplo de buda, Jesús, Alá quienes, en el fondo, no son
más que la misma concepción de lo que es Dios. La opinión sobre cualquier
fenómeno, ha de ser siempre, si es objetiva, sobre su aspecto general. Pues en
lo particular, no está la inclinación mayoritaria, que es la seguida por la
sociedad, base de la conducta trasmitida de generación a generación.
Ojala un día, los hombres vean en el
bien, su aproximación a Dios, independientemente de que simpaticen, o no, con
religión alguna. Lo cierto, es que Dios no puede seguir siendo excusa para dominar. Ninguna
guerra justifica el dominio usando como bandera a Dios. La religión, no es
dueña de la opinión que el hombre común puede tener de Dios. La lucha del
hombre, ha de ser, por estampar en cada una de sus obras, por sencillas o
complejas que éstas sean, la intención divina. Para ello es necesario ser
libre, puramente libre. Botemos de nuestro ser, los prejuicios que nos separan.
Botemos de nuestras vidas, las bajezas de espíritu que nos conmina al odio.
Hagamos el bien que haciéndolo, sin misas ni oraciones, estaremos practicando
la mejor doctrina: vivir en paz. rafaelmitilo@hotmail.com.-
RAFAEL
MITILO;
C.I.
Nº V-8.142.199.-